Te extraño.”
Nos abrazamos.
"Te quiero", dijiste acercándote a mí.
Nos besamos.
Me acorralaste contra la pared presionando tu sexo contra mi vientre y me susurraste al oído mientras respirabas en mi cuello:
“Quiero acariciarte y besarte toda la noche.
Hoy tienes el aroma del otoño impregnado entre las piernas.
Hueles a quinceañera virgen.
Déjame hacerte el amor bajo la luz de la luna.”
Sudé de excitación y de por fin entender lo persuasivo que puedes llegar a ser.
Acariciaste mi rostro, besaste mi nariz y me dejaste ir.