sábado, 27 de septiembre de 2008

Lobo, acércate

En qué estabas pensando cuando decidiste cambiarlo todo por esa mujer.
Hombre lobo, que me tomaste por primera vez en una noche lluviosa de verano. Salvaje, mojado, de reflejos azules.
Adoraba que fueras impulsivo, que felinamente me sedujeras, que pudieras tomarme en cualquier lugar y frente a cualquier persona.
Cuántas veces no nos tocamos bajo la mesa mientras sonreíamos ingenuamente ante nuestros acompañantes.
Qué lástima que ella se atravesara en tu visión, triste el momento en que llegó a presentarse con ese ligero y alucinante contoneo de caderas.
Hipnotizó tus manos, te llenó de brillo los ojos, se comió tu lengua.
¡Pudo domarte!, qué pena.
Robó tu esencia, no eres más que otra de sus coreografías, un movimiento de su cintura.
Te peinas para ella, te perfumas como ella desea, actúas como ella te indica.
Pretendes amarla porque ella logró hacer de ti lo que ninguna otra pudo.
Te sientes comprometido.
Crees en ella porque ella pudo peinarte, vestirte, hacerte sentir querido.
Ella te cambió.
Yo amaba el eco de tus gemidos en la inmensidad de una habitación, tus ímpetus públicos e inoportunos, sentir tu sexo intentar traspasar nuestra ropa como si coger se diera por medio de osmosis o qué se yo.
No importaba que tuviéramos parejas, lo nuestro era excitante y nunca pensamos en detenernos
Voz relajada, dime que huyamos toda la noche, escuchemos Led Zeppelín en la carretera, desviémonos a un motel y hagamos el amor. Déjala.
Volvamos a la clandestinidad en la que gozábamos. Despójate de sus complejos que adoptaste como tuyos.
Quítate la ropa, ponla sobre la silla y acércate un poco más, sé que haz anhelado esto más que yo.

Shhhhh!

Paranoia

Citlally Vergara Olguín

Mis uñas rojas reflejan los rayos de la tormenta que se acerca mientras escribo estas melancólicas líneas.

Cómo reclamarte, reprocharte si eres lo que soy. Pienso en tu cabeza y te digo, me digo, que hagas lo correcto, que tomes la decisión y no dejes ir esta oportunidad.

Las gotas comienzan a caer lentas, la tormenta se acerca y sigo, sigues pensando, pensamos.

Está bien salir con ella, no lo notaré, “o tal vez si lo haga” te dices, me dices en realidad. “De cualquier manera me hizo lo mismo”, te repites. Me reclamas, te reclamo que la vez que ocurrió te lo anuncié, no como tú esta vez. ¿No merecemos acaso el mismo trato? ¿No éramos confidentes?

La tormenta arrecia y las gotas que caen descansan curiosas en mis uñas y en las palabras que se van mojando en el papel.

Decirlo o no da lo mismo, al final lo notaré, y lo sabes, lo sabemos. Nuestras extensas charlas me permitieron conocer hasta tu forma de escribir cuando mientes, tu manera de reaccionar cuando algo más acapara tu atención, y tu cama.

La lluvia se hizo todavía más fuerte y tuvimos, tuviste que ponerte de pie y cerrar la ventana para evitar mojarnos más de lo que ya estábamos.

Dándole vueltas no resolverás, resolveremos nada. Sabes lo que provocarían tus palabras si las dejaras llegar a mis ojos. Recuerda que también estoy del otro lado de la pantalla en la que plasmas palabras que se codifican en ceros y unos con los que nos escribimos, que es sólo así que sabemos del físico, uno de otro.

Una de tantas noches de palabras y desvelo hicimos un trato en el que prometimos mantener entre nosotros sinceridad y cordura, podríamos decirnos cualquier cosa, desde un “hoy te me antojas”, hasta “tengo pareja y es maravillosa”. Tal vez si te justificaras con eso, te digo, no habría problemas, esto sería menos caótico.

De cualquier forma mi argumento no te convence y optas por no decir nada y darme al menos el crédito y la satisfacción de descubrir la razón de tus distantes conversaciones, de tu obvio desinterés. Si te atreverás a hacer esto así, algo como lo que yo alguna vez te hice, procurarás no ser tan crudo como lo fui y me darás el gozo de sentirme perspicaz dejándote al descubierto.

Dentro de ti insisto que no dejes pasar la oportunidad, ella se va mañana, tiene que saber que le eres trascendente, debe conocer la importancia de sus días en tus días; de una u otra manera yo lo entenderé.

Te intento convencer, me convenzo de que decirme es lo mejor para ambos, al fin y al cabo Alicia es una buena chica, merece tu atención.

Yo estaré pendiente tras el ordenador esperando a que hagas válido el trato aquel de medianoche y tomes el valor necesario para decirme lo que sucede. Estaré esperando esa atención que por importancia merezco, ese mensaje que necesito escuchar, la figura de la chica que pretende desbancarme en tu cabeza, la última línea de interés, el suspenso de nuestra cachondería, la palabra que dará principio a nuestra insospechada cordialidad, un último susurro evocador en la oreja.

Ya es tarde y la decisión está tomada, mañana que se calme la lluvia definirás lo que tienes con ella y yo habré dejado tu mente para regresar tras el teclado que nos comunica y desglosarte mis sospechas de tu nueva conquista, tú te harás el sorprendido para evitar mi malestar.

Entonces, habiendo desenmascarado todo, dejaré también tu subconsciente para que puedas ser, estar con ella sin mí ahí, en ti, y logres, por fin, definir qué es lo que tienes con ella antes de que sea tarde y desaparezca como lo haré yo mañana por la mañana.

martes, 9 de septiembre de 2008

Vamos Rusia, entremos en calor..!!!



Virgen de la suculenta piel,
virgen de los sagrado bi-corpóreo,
virgen de la santísima concepción...

Permítenos este día (si se puede también por la tarde y noche no habrá problema) concebir aquí, en la sala, en la barra de la cocina, sobre la mesa, el asiento trasero del coche, el cofre, la alfombra, el pasto, bajo un arbol, una piedra, en el cañaberal, de pié, de cabeza, sentados, acostados, incados, con la mirada, sin ropa, mojados, en la lluvia, tras una estrella, por la mañana, a plena luz del día; todo bajo tu voyerista mirada. Vendice, por favor, nuestros sagrados apocentos y permitenos gozar de este sagrdo día, amen.

ups, se me pasó un día... ya será el año siguiente!

Hoy es el día de la concepción en Rusia, ¡hala, a procrear!

Lola Rovati 12 septiembre 2007



No es que sea el feriado de la Inmaculada Concepción en Rusia, el día de la concepción es una medida tomada por el gobierno con la intención de animar a las parejas a procrear.
Hoy 12 de septiembre, está permitido que la gente no vaya a trabajar. Pueden quedarse en casa haciendo el amor con la esperanza de que la semillita “prenda” y en nueve meses, con suerte el día 12 junio Día nacional de Rusia, nazca un bebé muy patriota a quien rodearán de regalos.
A comienzos de año os comentaba que el 2007 había sido declarado el año del niño en Rusia acompañado de algunas medidas que intentan paliar el acuciante problema de natalidad que tiene el país.

A parte de ofrecer premios en metálico por tener un segundo hijo, descuentos en artículos de puericultura y demás facilidades también han instaurado el día de la concepción, que podrá ayudar pero no creo que sea demasiado eficaz.
¿Creéis que un día libre para hacer el amor es una forma efectiva de incentivar a la gente a tener hijos?


Vía BBC



http://www.bebesymas.com/2007/09/12-hoy-es-el-dia-de-la-concepcion-en-rusia-hala-a-procrear

Idealizando

Desembraragando


Citlally Vergara Olguín

Mis bragas penden de las aspas del ventilador y mi cuerpo continua agitado. Has sido tu quien estuvo entre mis suculentas carnes hacía unos minutos.
Esto es sólo mi idea romántica de lo que pudo ser el lapso después de un encuentro corpóreo nuestro. Triste, sólo mi idea romántica, ¿y la tuya?

domingo, 7 de septiembre de 2008

Elucubraciones Macabras

El regreso de los muertos vivientes

Citlally Vergara


Ayer, el ruido de tu ausencia me mató del modo más cruel alguna vez imaginado.
Hoy, tu silencio me entierra 3 metros bajo tierra para que jamás vuelva.
Mañana... mañana resucitaré de entre los muertos y viviré de nuevo, sin obstáculos.
Andaré con el resto de los no-vivos y me vengaré.

Mañana.
Mañana ya es hoy.
Hoy es el día que daré fin a mi sufrimiento.
Hoy tomaré mi libertad de vuelta y seré feliz de nuevo.
Regresaré a la obscuridad a la que pertenezco.
Viviré entre cadáveres en una cueva, en la luna.
Dejaré atrás todo el dolor, todo aquello en que creí.
Quemaré la pantalla de ilusión que quise ver.
Y correré de estrella en estrella para recuperar mi resplandor.